Tijuana Nights: Prólogo

Tijuana Nights

La niebla cubrió la ciudad, aquella espesa y tétrica bruma bajó desde lo alto del Cerro Colorado, no era común, al menos no en "La esquina de México", aquella noche habría un cambio, eso era seguro, pero nosotros, la Estirpe, no sabíamos que el cambio sería tan radical. Los más antiguos se escondieron, atemorizados cerraron sus tumbas dejando a sus sirvientes a su cuidado, tal vez, en su basta experiencia sabían que los tiempos obscuros en Tijuana estaban por comenzar.

Tras el anochecer, muchos de nosotros vimos con sorpresa aquella niebla, densa como si fuese una tela, continuaba cubriendo la ciudad. Las reuniones del Sabbat no se hicieron esperar, veían aquel hecho como un presagio de la Gehena; la Camarilla sospechaba de hechicería, tal vez algún Mago mortal bastante descuidado había jugado con la Entropía y, muy posiblemente, había encontrado su final. Las teorías continuaban, lo cierto es que nadie sabía con certeza lo que ocurría en la ciudad.

La noche continuaba su curso, la niebla poco a poco comenzaba a dispersarse; una calma inusual capturó el ambiente, el viento, que siempre se mostraba ajetreado, cesó su fuerza, apenas una pequeña brisa se podía percibir en la piel. Después vino el Frenesí, una rabia se apoderó de los vástagos más jóvenes, muchos atacaron a sus Sires y humanos por igual, la bestia había tomado el control de los más alejados a la sangre del padre obscuro. La Camarilla no perdió el tiempo, cubrir la Mascarada era lo primordial, los noticieros se cubrieron con sangre, tal como las calles de Tijuana, la mejor solución era culpar a los cárteles que dominaban la zona, nuevamente los humanos cayeron en la mentira, total, es normal en México.

La paz había terminado, la Camarilla comenzaba a tomar terreno en las zonas fronterizas de Tijuana, cuadrillas y manadas se enfrentaron en sanguinarias batallas, el Sabbat comenzaba a caer. Pero algo ocurrió, algo alertó a los líderes de ambas sectas, en un giro extraño pactaron una tregua, suficiente sangre Cainita se había derramado en las calles de México. Volvió la paz, aunque el movimiento de las Sectas no cesó, manadas y cuadrillas eran enviadas a las entrañas del Cerro Colorado, en búsqueda de algo que, tanto Príncipe como Arzobispo, mantenían en total anonimato, nunca más se supo de aquellos bastardos que caminaron las sendas del Gigante Rojo.

El caos volvió a tomar la ciudad; la Estirpe volvió a la guerra que la caracteriza, pero, tal vez en esta ocasión tengan razón. La visita del Cardenal Sabbat no era algo común, pero, la misteriosa desaparición del Arzobispo pasmó a la Espada de Caín, quien encontró en la Torre de Marfil al responsable que buscaba. Pero la Camarilla llevaba la misma lucha que la Espada, el Príncipe había desaparecido de su Refugio, en éste sólo encontraron los restos marchitos de Ghouls encargados de proteger a la cabeza de la ciudad, sus demás sirvientes, Vástagos, habían desaparecido junto con él. La sangre volvió a correr por las calles, para los humanos, el Narcotráfico fue nuevamente el responsable.

La desaparición del Príncipe y Arzobispo eran el comienzo de la guerra, tal vez las dos Sectas sólo buscaban un pretexto para romper la tregua que habían forjado sus cabecillas. Pero nadie esperaba lo que vendría después, un hecho que alteraría el rumbo de la futura batalla entre Sabbat y Camarilla. La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe se desplomó, la nube de humo cubrió las calles mientras el recinto se desmoronaba hasta convertirse en un puñado de escombros, los Tremere, más antiguos desaparecieron del mapa, solo unos pocos quedaron en pie negándose a hablar sobre lo ocurrido, al parecer, el Clan de los brujos tenía en aquel lugar su capilla, al menos ese es el rumor entre la Estirpe.

Nuevamente la bruma bajó del Cerro, la luna se tiñó de rojo y el temor se extendió entre los más antiguos. Tijuana está por cambiar, está por ser un punto crítico en la Estirpe. Los líderes desaparecieron dejando tras de si una brecha que se cubrirá con la sangre de los más ingenuos y jóvenes, mientras los más antiguos se atrincheran en sus tumbas pútridas. Todo ésto no ha pasado desapercibido por aquellos pocos mortales que saben que caminamos por las sombras de la noche, acechando a nuestras presas y peleando en una eterna maldición. Más de un vástago ha caído en manos de los Cazadores mortales, debemos de pisar con cuidado, movernos con cautela y sospechar de todo aquel que pueda ser un peligro. Las noches más obscuras de Tijuana están por comenzar...