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Anarquistas y las Tradiciones

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Información Anarquistas y las Tradiciones

Mensaje por Dante Miér Mar 04, 2015 3:51 pm

Anarquista y


Las Tradiciones


La propia idea de ser controlados por los antiguos es una aberración para los anarquistas. El gobierno “de la gente, por la gente, para la gente” puede ser una invención mortal, pero es por lo que luchan en la sociedad de los Vástagos. Los anarquistas no desean destruir la Camarilla, sólo la “gerontocracia” que la lidera.

Podría argumentarse que el gobierno de los antiguos es el que define la Camarilla y que no puede existir uno sin lo otro, pero los anarquistas no se lo creen.

El Movimiento Anarquista, al formar parte de la Camarilla, debe respetar, al menos en teoría, las seis Tradiciones. Una vez dicho esto, los anarquistas suelen tener puntos de vista de esas leyes que difieren de las de los antiguos que les rodean, por lo que la forma en la que son respetadas en una baronía anarquista difiere de la de un dominio de la Camarilla.


La Primera Tradición: Mascarada

Sobre este punto no existe discusión alguna. La vasta mayoría de los anarquistas reconoce la importancia de mantener su ilusión de inexistencia. A pesar de que pocos de ellos son lo suficientemente viejos como para recordar las noches de la Inquisición, son criaturas del mundo moderno totalmente conscientes de la capacidad destructiva de las armas.

Una vez dicho esto, los jóvenes anarquistas suelen ensanchar la definición de lo que constituye una brecha de la Mascarada. Muchos de ellos mantienen contactos con los seres que amaron antes de ser Abrazados y otros han ido tan lejos como para revelar su verdadera naturaleza a aquellos en quienes pueden confiar... o creen que pueden confiar. Esta práctica es desaconsejada por los Vástagos más sabios. De todas formas, es sólo cuestión de tiempo hasta que un joven anarquista se dirija a la persona equivocada, alguien que no sólo cuente la historia a otros, sino que sea capaz de persuadir al resto para que le crean.

Una violación seria de la Mascarada es una de las pocas cosas que puede hacer que hasta el anarquista más radical trabaje codo con codo con el antiguo de la Camarilla más anquilosado. Sólo un verdadero idiota es incapaz de reconocer los peligros de esta situación.


La Segunda Tradición: Dominio

Los anarquistas no suelen preocuparse por esta Tradición. Prefieren otorgar a un Vástago el respeto que se merece en función de sus actos y su política, no sólo porque sea el Vástago más antiguo y el cerdo más resistente de toda la región. Muchos de estos anarquistas están de acuerdo en que este sentimiento es recíproco, por lo que no esperan que otros les muestren un respeto que no se han ganado. Es esta actitud, más que ninguna otra, la que causa el mayor número de problemas entre los anarquistas y el Príncipe local en la mayor parte de las ciudades Camarilla. También es el motivo por el que los Barones dudan en ejercer toda su autoridad.

Los anarquistas inteligentes ocultan su desacuerdo tras una máscara de civismo cuando se encuentran lejos de su territorio, aunque otros anarquistas menos listos irrumpen en el Elíseo, pintan grafitis en el refugio del Príncipe, incendian edificios importantes para algunos antiguos y acaban cayendo presa de las garras del Azote. Esta clase de comportamiento puede reportarles cierto respeto por parte de sus hermanos, pero resulta obvio remarcar que los más inteligentes permanecen en silencio, prolongando su existencia el tiempo suficiente como para aconsejar a los que “juegan con fuego”.


La Tercera Tradición: Progenie

Si existe algún nexo de unión entre los diversos estamentos del Movimiento Anarquista, es este. La opinión popular afirma que los antiguos de la Camarilla hacen respetar la Tradición de Progenie para desequilibrar el equilibrio de poder hacia su bando. Si los viejos murciélagos pueden destruir a todo aquél que cree chiquillos sin permiso, cuentan con la garantía de poder controlar el número de vampiros de generaciones más jóvenes. Para muchos neonatos, la procreación es un derecho básico. Algunos se unieron al Movimiento Anarquista para tener libertad para escoger su progenie donde y cuando quisieran.

Por supuesto, el problema radica en que los Barones y otros líderes del movimiento ocupan una posición que les permite ver toda la foto. Reconocen la necesidad de controlar la población, por no decir nada de la necesidad de ser alguien con más capacidad de juicio que la que posee un neonato para determinar la idoneidad de un candidato para el Abrazo. Sin estas medidas de control, los territorios anarquistas verían como su población se incrementa con neonatos incontrolables sin el menor conocimiento de la sociedad vampírica o del sentido común para evitar que los cazadores de brujas transformen en cenizas a toda la raza de Caín.

Por desgracia, todavía no han encontrado ninguna forma viable para hacer que las generaciones más jóvenes comprendan este punto de vista. Francamente, la mayoría de la gente, tanto viva como no muerta, no suelen tomarse a bien que se les diga: “No confiamos en vuestra capacidad de juicio”. Cualquier intento de los Barones por reforzar la Tercera Tradición se encontrará con una violenta oposición por parte de la mayoría de la secta, aunque el fracaso de esta medida puede tener consecuencias devastadoras en un futuro próximo, llegando a amenazar la propia Mascarada. Si la Camarilla comprendiera la precariedad de la situación anarquista, se movilizaría para extinguirlos por completo en vez de verlos como la amenaza ideológica de hoy en día.


La Cuarta Tradición: Responsabilidad

Para una minoría de la secta, esta tradición podría irse al infierno. En una sociedad basada en la libertad del individuo y en los méritos propios, ¿cómo puede responsabilizarse a un Vástago por los actos de otro? ¿Acaso el sistema judicial mortal arrestaría a una mujer porque su hijo matara a un policía? Entonces, ¿por qué debería sufrir el sire los pecados de su chiquillo?

A pesar de ello, muchos anarquistas reconocen la necesidad de cierto orden, en especial en lo que atañe a los miembros más jóvenes de la secta. Eso no quiere decir que estén de acuerdo en que un sire deba ser castigado por los crímenes de su chiquillo, sino que reconocen que los Vástagos que escogen a sus chiquillos de forma irresponsable deben preocuparse por educarlos. Mientras un Chupón esté dispuesto a asumir esa responsabilidad, responda ante los crímenes de su chiquillo, y si es necesario, lo atrape y se encargue de castigarlo, muchos barones están dispuestos a hacer que los sires no sufran ninguna consecuencia adicional.


La Quinta Tradición: Hospitalidad

Nos encontramos ante la cruz de la moneda. Los anarquistas están dispuestos a presentarse ante un Barón o un Príncipe que respeten, aunque no sienten ningún remordimiento en ignorar a uno que no sea digno del cargo que ocupa.

Podríamos esperar que los anarquistas se presentaran con mayor frecuencia ante los Barones que ante los Príncipes de la Camarilla, pero la realidad demuestra que esto no es así. Aunque es cierto que muchos anarquistas respetan en mayor medida a un Barón determinado que a un Príncipe determinado, también saben que ese Barón hipotético es más permisivo en cuanto a las reglas, y que pueden salir indemnes de su delito. Los Barones, por su parte, preferirían que sus camaradas se presentaran cuando entran en una determinada baronía, pero saben que no es un tema sobre el que puedan presionar sin causar más perjuicios que beneficios. Algunos dependen de la información de sus barrenderos, pero otros lo dejan correr y se dedican a otros asuntos.


La Sexta Tradición: Destrucción

Los anarquistas están más que dispuestos a soportar esta Tradición... la mayor parte del tiempo. La secta suele despreciar a aquellos Barones que ordenan o autorizan ejecuciones sin motivos justificados, como los que los Príncipes de la Camarilla prefieren argumentar. Mientras que los anarquistas confíen en que su líder no ejecutará a nadie ni convocará una caza de sangre salvo que el sujeto sea culpable de algún crimen horrendo, aceptarán el veredicto del Barón cuando la Muerte Definitiva sea necesaria.

Por otro lado, algunos anarquistas no están dispuestos a esperar a que sus líderes actúen. Si un Vástago es culpable de crímenes contra la secta, sus compañeros anarquistas, o la Mascarada, la turba se encargará de él. Los Barones no están contentos con esta forma de actuar, pero como no hay forma de procesar a todo un dominio por violar la Sexta Tradición, suelen dejarlo correr, a no ser que la víctima fuera alguien importante, en cuyo caso alguien debe convertirse en un ejemplo.

Es importante destacar que este hecho no es una excusa para la violencia indiscriminada, al menos no de forma frecuente. Cuando tiene lugar, suele estar precedido de una causa válida, o como mínimo, los participantes deben creer que es una causa válida. Incluso el anarquista más rudo ahorra sus tendencias destructivas para las ciudades Camarilla, no para su propio territorio.

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